Ser Comadrona

Comencé a trabajar en el año 1988 en un hospital comarcal. Al principio trabajaba de comadrona tal como me formaron; muy medicalizado y con demasiado intervencionismo.

Durante un año lo hice tal y como me habían enseñado, pero yo en la vida siempre me he preguntado los ¿por qués? Y las mujeres me pedían a veces otras cosas diferentes a las que yo hacía: (no me quiero tumbar, por qué me tengo que acostar, quiero estar con mi bebé).

Todo ello hizo que me cuestionara y buscara otras maneras de trabajar, por otra parte, en aquella época yo militaba en grupos ecologistas y de acción no violenta y me pregunté como podía aplicarlo a mi trabajo.

Llegó a mis manos el libro “Por un nacimiento sin violencia” de Frederic Leboyer que me traspasó el corazón. No podía seguir haciendo daño (primum non nocere) y ese libro me mostró que recibir a los bebés como yo lo hacía tenía repercusiones en su salud.

Inicié un camino de búsqueda para asistir los partos de otra manera más en consecuencia con mi vida y mis creencias.

En 1989 el centro Acuario organiza el I congreso “Por un nacimiento sin violencia” y allí conocí a MAX PLOKIN, MARIA FUENTES, PERE ENGUIX, MICHAEL ODENT y muchos profesionales de la Asociación NACER EN CASA a la que me uní. Esta asociación reúne a todos los profesionales que asisten partos en casa en España. Así que me fui a Madrid y Barcelona en mi búsqueda. Vi, leí y experimenté lo que era el nacimiento en casa.

Pepi Dominguez me dejó entrar en su parto y esa fue la semilla que me abrió a otro tipo de asistencia.

Cambié, cambié mucho. Había encontrado la manera de ser una comadrona no violenta.

Seguía trabajando en el hospital, pero ya no quería hacerlo igual que antes. Cuando vieron mis cambios los compañeros se preguntaban qué me había pasado. El objetivo para mí era que las recomendaciones de la OMS publicadas en 1986 se llevaran a cabo.

Me encontré con el rechazo, las etiquetas (ecologista, natural, loca, rara….) Decidí organizar un curso de formación para el reciclaje de los profesionales, todo lo que yo había aprendido quería mostrarlo para que se unieran al cambio.

Pasaron unos años y las estadísticas de este hospital cambiaron radicalmente, sólo un 8% de cesáreas, era el hospital de España con la menor intervención y en esas fechas NACER EN CASA organiza el 1º Congreso en Jerez. Fue un éxito y reunió a 400 profesionales que permitió reforzar los cambios. Salió en El País y de alguna manera saltó a la fama como hospital de referencia de los partos de bajo intervencionismo.

Sanidad realizó un proyecto de Humanización al parto donde se pretendía implementar las recomendaciones de la OMS; llamaron al jefe de servicio de ginecología y obstetricia de mi hospital y a otros profesionales de Andalucía (pediatras, comadronas, ginecólogos…) yo me quedé fuera, no contaron conmigo, me dijeron que era políticamente incorrecta. De esta manera una vez más en la historia de la humanidad una mujer iniciadora de procesos, de cambios, esta vez en el tema de la asistencia al parto y nacimientos se queda excluida.

Desde mi punto de vista se cambiaron los decorados, los colores de las paredes del hospital, se pusieron pelotas, sillas de partos… pero lo más importante era formar en actitudes. Sin actitudes feministas que apoyaran los derechos de las mujeres embarazadas, los cambios se quedaron, como he dicho, en las formas no en los principios; cambios que a día de hoy no han llegado a producirse.

Después de 30 años asistiendo partos:

Ser comadrona es acompañar los procesos fisiológicos del ser mujer, desde la regla, infancia hasta la menopausia; dar a conocer, informar, compartir experiencias, apoyar y entender que la naturaleza es sabia, que el cuerpo de las mujeres funciona sin tanta medicalización.

Tenemos medicalizados todos los procesos vitales (regla, parto, lactancia, menopausia) como si nuestros cuerpos no funcionaran, la medicina nos desposee de nuestros cuerpos.

Cuando una mujer pare sin intervencionismo, ella recupera su poder, la sabiduría de su cuerpo y la fuerza de sentir que ella lo hace, con apoyo pero con la energía vital de la naturaleza que la acompaña. A su ritmo, con sus pausas y sus tiempos, según su necesidad, escuchando el latir de su bebé y con el sostén de su pareja.

Y el bebé sabrá desde el inicio que es respetado, que se escucha su devenir al mundo y le quedará grabado en sus células esa experiencia donde fue acogido con calidez, confianza y amor. Cuando entras así a la vida todo cambia, no está a la defensiva, está en paz y nada te resulta inseguro pues te han acogido con respeto y amor.

MICHAEL ODENT dijo: “para cambiar el mundo hay que cambiar la forma de nacer”. Esta es una frase que se me quedó grabada en mi corazón, sabía que era verdad.

Como tratamos la MADRE TIERRA, así tratamos a las mujeres y a los bebés

Pesticidas para la Tierra—————————Medicamentos para el parto

Contaminación ————————————-Abuso de las tecnologías

Explotación de la Tierra ————————–No respetar los tiempos fisiológicos del parto para nacer

Guerras————————————————Violencia obstétrica.

Hambre————————————————Falta de empatía y escucha hacia el otro. Lo que necesitan la mamá y el bebé

Explotación en el trabajo————————-Tratar a las mujeres en el parto como una cadena de montaje. Protocolos rígidos.

Comida rápida—————————————Parto rápido. No hay tiempo, ni se espera.

Actualmente estamos en un mundo con ausencia de las emociones, el dolor no debe de existir, hay que anestesiarlo. De esta manera no dejamos espacio a sentir el placer de tener un bebé, la fuerza de la naturaleza, nos hemos desconectado de los ciclos de la tierra de la luna y de los planetas, parece que lo dirigimos todo y no controlamos nada. Nos da miedo hablar de la muerte, nos sentimos dioses del universo, pero nos estamos cargando el planeta. Y al igual que nacen las flores, crecen los árboles y los peces fluyen en las aguas, los bebés nacen en un entorno cada vez más hostil que les cubre de desesperanza, faltos de ternura y de amor.

Casilda Rodrigañez en su libro “La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente”. Nos habla de cómo la separación de la diada mamá-bebé en el parto anula el deseo materno y establece una primera coraza emocional, a los bebés los hace sumisos, porque su llanto no ha sido escuchado, de esta manera se perpetua una sociedad que no siente, que no es solidaria , que no confía, porque desde el inicio de su vida no tuvieron el contacto piel con piel que les llenaba de seguridad, confianza, ternura y que calmaba sus miedos y su sufrimiento.

Tengo un hijo adoptado y una niña biológica y sé, por experiencia propia, lo que es acompañar a una persona que ha sufrido en la infancia maltrato, dolor, separación, sé cómo ha quedado dañado el corazón de mi hijo, he visto cómo a veces todo el amor del mundo no es suficiente para calmar su pena, rabia y tristeza, y cómo a él mismo le dañan estos sentimientos. Y tengo la otra parte, una hija que nació con respeto, con entrega y con pasión y tiene sus inseguridades y dificultades, pero tiene herramientas para salir y enfrentarse al mundo porque no está rota por dentro y confía y se alegra como aún no he visto a mi hijo.

Mi apuesta por esta vida es acompañar los nacimientos con respeto y Amor para que otro mundo sea posible.

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