El Árbol de la Vida personal desvela el programa de cada alma, los caminos elegidos para experimentar y la mejor forma de desplegar los talentos y propósitos
Sería impensable que un artefacto complejo llegara a nuestras manos sin libro de instrucciones. Más o menos así se despliega nuestra vida, como un viaje que planificamos concienzudamente un día muy lejano y que luego no recordamos ni en un solo detalle. Pero existe una hoja de ruta, un libro de instrucciones de lo que hemos venido a vivir y su propósito. Este “contrato” de lecciones pendientes, talentos y misiones se desvela y te saca de la amnesia precisamente cuando empezamos a sospechar que realmente existe tal cosa escondida detrás de lo aparente y azaroso.
Cada uno de nosotros estamos inmersos en un particular juego, pero la partida se libra sin saber las reglas ni el objeto. Eso lo vamos descubriendo a tientas y suele acarrear grandes dosis de sufrimiento. A fuerza de pasar siempre por el mismo obstáculo vamos tomando nota del patrón: “¿otra vez me pasa lo mismo?” Y a la quinta repetición, cuando ya no cuela culpar a lo de fuera, empezamos a sospechar que no fue casualidad o mala suerte. Si el deseo de entender y la esperanza de abandonar un día el dolor se hacen fuertes en ti, puede cruzarse en tu vida un instrumento como el Árbol de la Vida. Después de investigar muchos sistemas de autoconocimiento y llegar a la conclusión de que todavía faltaban piezas de mi vida por encontrar, llegó a mis manos este tesoro que ahora comparto.
Lo primero que descubres más allá de toda sospecha si accedes a tu árbol de la vida es que “nada” de lo experimentado ha sido al azar. También se revela como una obviedad una idea cuanto menos exótica para muchos: has tenido muchas vidas y ésta de ahora es una síntesis de lo mejor y lo peor de cada una de ellas. Todos tus patrones y circunstancias -desde el tipo de familia en la que naciste hasta la profesión que elegiste o las parejas y relaciones que se cruzaron en tu vida- responden así a una particular programación previa. Como si del más sofisticado software se tratara, tu hoja de ruta y tu naturaleza esencial permanecen codificadas y ocultas en tu nombre, tus dos apellidos y tu fecha de nacimiento. Con el trabajo técnico de la Cábala Prácticasacamos a la luz de tu consciencia este contrato para que tomes el mando de tu vida, abandones los caminos de dolor y hagas lo que has venido a hacer activando tus talentos y maestrías.
Todos nacemos pues con un diseño original y unos propósitos muy concretos, aunque también cargamos con unos lastres o implantes que nos pueden distraer de nuestra esencia mientras permanecemos en total olvido del inmenso poder que tenemos, de la verdadera naturaleza creadora y eterna que somos.
Pese a todo, las pruebas que nos asaltan en el camino nos ayudan a reconocer nuestra verdadera identidad y nos guían para que no nos desviemos de esa esencia. Pero si tienes por delante el mapa y el destino final, tu viaje será más confortable y no te perderás tan fácilmente por senderos que no son los mejores para ti. También sabrás donde están tus baches y las curvas más peligrosas, así que te será más sencillo asimilar donde te caes siempre. En esos tramos deberás poner toda tu consciencia, mientras que otros puntos del trayecto son un agradable paseo para ti. Estos últimos senderos serían parte de tus talentos y te sirven de herramientas para superar las dificultades.
No es que no puedas elegir destino, es que ya elegiste en otro plano. Y elegiste precisamente lo que mejor sabes hacer y lo que más feliz te hace hacer. Esta es tu única y verdadera misión e identidad y no te la impone ningún dios externo a ti. Por ejemplo, si recuperas la memoria y te das cuenta de que eres bombero ya sabes cual es tu misión: apagar fuegos.
Y mientras despertamos a la elección consciente de las opciones más fáciles para realizar nuestro propósito, los caminos de dolor también son muy útiles. La vía de lo que no nos hace bien es otra forma de colocarnos en nuestro camino, pero a estas altura de nuestra evolución mejor buscar las vías directas de la creación gozosa y abandonar ya la amnesia.
La gran aportación del árbol de la vida, la más valiosa al menos para mi, es que cada uno debe encontrar el sentido de la vida desde su particular diseño original y único. Enfermamos y sufrimos cuando seguimos caminos de otros, de la sociedad o de la familia. Saber quien eres y atreverte a serlo, ese sería el reto. Como no te parecerás a nadie más, no puede haber más maestro para ti que lo que sientes dentro como verdadero, así que tampoco creas saber lo mejor para los demás Tus dones y talentos son únicos y tu propósito también, por eso la energía una se encarnó en ti. Cada uno tiene un trono, no compitas ni te compares porque nadie puede quitártelo, así que busca el tuyo. Todos los demás están ocupados.
Rosa Coronilla